CÍRCULO HOLMES

Asociación Cultural

Máximo Pradera


“El humor es lo más profundo que hay”

A Máximo Pradera le gusta enredar, jugar con las palabras, poner en evidencia, dejar las cosas claras, señalar con el dedo a los emperadores que van desnudos y Sherlock Holmes.
En la editorial Almuzara publicó, en 2020 ,“ El hombre que fue Sherlock Holmes” y en 2022 “El otro Holmes y el caso del expresidente desaparecido” en los que da rienda suelta , con gusto, ganas y conocimiento, a una versión de los personajes en la España del siglo XXI por la que suben a los palacios y bajan a las cabañas, y lo hacen con los dedos en las llagas, las bocas abiertas y los ojos cerrados como platos.,




CH: Y un día encontró a Sherlock Holmes.
Descubrí a Sherlock Holmes en la temprana adolescencia, a través de una prima mía, que era muy forofa, y me regaló una edición en tapa de piel (de color rojo sangre), papel biblia, cantos decorados y cinta marcapáginas, publicada por Aguilar en los años 50. Desde entonces no he parado de leer y releer sus aventuras. A partir de los 18 años empecé a leerlas en inglés, que mejora mucho la experiencia lectora, ya que la prosa decimonónica de Doyle está llena de matices.

CH: Como dice uno de los personajes de sus novelas: ¿qué tal le cae Sherlock Holmes?
PRADERA: Sherlock me fascina, pero casi me gusta más Watson, ya que es un fantástico narrador y me encantan las cosas en que se fija. Watson es mucho más inteligente de lo que la gente cree, porque es el alter ego de Doyle, y Doyle era un genio. Me revienta que en las versiones cinematográficas siempre aparezca retratado como un bobalicón, porque no lo es. Solo el Watson de Martin Freeman en la BBC le hace justicia. Doyle es Watson y Sherlock es el Dr. Bell, el profesor de cirugía que logró encandilarle con su ojo clínico a lo Dr. House en la Universidad de Edimburgo.

CH: Y es que “Conan es bárbaro” como dice otro de sus personajes, a pesar de que para los “popes” de la cultura sea, como mucho, un escritor de segunda fila…
PRADERA: Una vez escuché a un novelista español de segunda fila afirmar con irritante suficiencia que a Conan Doyle le faltaba un hervor como novelista. Supongo que lo que quería decir es que, para él, Doyle no escribe sobre la condición humana, como pueden hacerlo Henry James o Robert L. Stevenson, tradicionalmente considerados narradores de más quilates. No estoy de acuerdo, por supuesto. Si la relación entre Holmes y Watson no fuera tan universal como la de Don Quijote y Sancho Panza, es imposible que hubiera calado tan profundamente entre los lectores del mundo entero.

CH: Es un escritor, además, que no pasa desapercibido, es personal y reconocible.
PRADERA: El estilo de Conan Doyle, pomposamente victoriano, podrá gustarte más o menos, pero está lleno de valores intrínsecamente literarios, como aliteraciones, hipérboles humorísticas, adjetivaciones pertinentes etc.
Cuando hablo de adjetivaciones pertinentes, me refiero a que sus descripciones de personajes no son meramente fisionómicas, como de ficha policial (mujer, caucásica, pelo rubio, etc), sino que revelan la personalidad y el estado de ánimo del personaje.

CH: ¿Cómo por ejemplo?
PRADERA: En el relato "A Case of Identity" dice:
From under this great panoply she peeped up in a nervous, hesitating fashion at our windows, while her body oscillated backward and forward, and her fingers fidgeted with her glove buttons. (Esa mujer miraba por debajo de esta gran panoplia hacia nuestras ventanas con gesto nervioso y vacilante, mientras su cuerpo oscilaba hacia adelante y hacia atrás, y sus dedos manipulaban inquietos con los botones de su guante.).
No se puede describir mejor a una mujer "al borde de un ataque de nervios". No se centra en los rasgos físicos, describe acciones que revelan emociones.
Así, nervous califica el tipo de mirada y, a su vez, hesitating aclara el tipo de nerviosismo. Si es hesitating quiere decir que a ratos desvía la mirada de las ventanas hacia el suelo, por temor a ser observada ella misma, o bien hacia un lado y otro de la calle, por ver si la han seguido.

CH: Y nunca deja de narrar...
PRADERA: Doyle puede construir frases de largo vuelo, con varias subordinadas y al mismo tiempo ser muy sintético en la adjetivación, gracias a un envidiable recurso del inglés, que no existe en castellano, que son los adjetivos compuestos: a hazelnut-eyed, florid-faced, long-haired woman.

CH: En sus novelas, demuestra un gran conocimiento del Canon holmesiano. No es un lector casual o accidental de Holmes…
PRADERA: Todos los años vuelvo a leer algunas aventuras de Sherlock, bien en papel o en un buen audio libro. Por ejemplo, la Definitive Collection en "Audible", (con el canon completo), leída por Stephen Fry.

CH: Ni de Conan Doyle.
PRADERA: De Doyle me interesan también otras novelas y cuentos. Por ejemplo, "The Brazilian Cat" lo considero un relato extraordinario, a la altura del mejor Edgar Allan Poe, por quien el escocés sentía una profunda admiración. Es una obra maestra.

CH: Hay un cuento que cita varias veces en sus libros, "La cara amarilla", es un relato “ extraño” que pone en tela de juicio los prejuicios y perjuicios sociales , un poco como sus novelas.
PRADERA: "La cara amarilla" es uno de los grandes fracasos de Sherlock Holmes, y me gusta evocarlo para que el lector de mis pastiches sepa que el detective no siempre acierta y puede llegar a no resolver el caso. Creo que eso aumenta el suspense. Y por supuesto, es un caso que revela la simpatía que sentía Doyle hacia los matrimonios interraciales, en una época en que estos eran tabú en muchos países.

CH: Da la sensación de que su Holmes, que en los ratos de su vida en que no está dormido o sedado consumiendo telebasura se hace al loco para ir más cómodo por la vida, en ese universo paralelo con Lestrades y Moriartys…
PRADERA: A diferencia de Alonso Quijano, que era un triste remedo de Amadís de Gaula, porque siempre acaba apaleado o apaleando él por error al que no se lo merece, mi falso Holmes es un químico de preclara inteligencia, que resuelve con maestría los casos en los que se ve envuelto. El humor por tanto no estriba tanto en su torpeza profesional (a lo Inspector Closeau), sino en que los casos que le toca resolver son completamente absurdos. Por ejemplo, "El caso del gato que maullaba", en el que El Otro Holmes descubre que el perro de su cliente había cambiado el ladrido por el maullido porque creía que así sus amos iban a dispensarle tantas atenciones como al gato, al que permitían que durmiera con ellos en la cama.

CH: Su Watson es un español de mediana edad del siglo XXI, un urbana desconcertado y descolocado, absolutamente arrollado por las circunstancias.
PRADERA: Mi Watson carpetovetónico es un completo fracasado, a diferencia del Watson verdadero, que es un médico más que aceptable, por el que Holmes siente mucho respeto. No hay más que leer "La aventura del detective moribundo" para corroborar lo mucho que Sherlock valora Watson como médico. Al ser mi Watson un perdedor, un homeópata en paro, el humor lo genera el comprobar lo desastroso que es en la consulta y también de su estilo bocachanclas, razón por la que sus pacientes, que son todos de derechas, lo abandonan indefectiblemente, con tal de no tener que soportar sus soflamas podemitas.

CH: Las novelas se beben, da la sensación de que se lo ha pasado en grande escribiéndolas…
PRADERA: Gracias por el elogio. Te contestaré con una anécdota que contó mi tía, Carmiña Martín Gaite, en una entrevista por televisión. Su obsesión como narradora también era que sus novelas se bebieran.
Y relató lo siguiente:
Un amigo me dijo el otro día que iba en el metro tan embebido en la lectura de una de mis novelas, que cuando quiso darse cuenta, se le habían pasado dos estaciones. Si el mismísimo Jean Paul Sartre escribiera mañana una reseña elogiosa de mi obra, no me causaría más placer que lo que me confesó mi amigo que le había sucedido en el metro.

CH: El tono de sus novelas es irónico porque…
PRADERA: El tono es irónico porque son unos pastiches – escribir aventuras fake de Sherlock en el mismo tono que Conan Doyle no me parecería un homenaje literario, sino una suplantación del autor, y no me sentiría cómodo – y también porque me muevo mejor dentro del humor que en el melodrama o en el relato gótico.

CH: Quizás el humor, sea la única manera de entender la realidad o, al menos, de hacerla manejable.
PRADERA: El humor es lo más profundo que hay, no entiendo a los críticos y lectores que consideran que las novelas humorísticas son un género de segunda fila. De Eduardo Mendoza, por ejemplo, yo valoro más el surrealismo de "El laberinto de las aceitunas" que la denuncia social de "La ciudad de los prodigios".

CH: Sus libros están llenos de referencias a la cultura popular de los años 70.
PRADERA: Claro, fueron los años en que hice el bachillerato y la patria de uno es la adolescencia. No la niñez, como dice algunos, sino la adolescencia. Es la época en que uno descubre la literatura, la música, la sexualidad… Los años en que uno se asoma a los grandes misterios de la vida y toma conciencia de los rasgos que lo convierten en único. Es decir, descubre sus superpoderes pero también sus límites. Mi superpoder, como sabes, es el de tocar los huevos a la gente. En eso soy un auténtico virtuoso.

CH: Y se le escapa su reconocido amor a la música ¡hasta cita la Macarena!
PRADERA: El primer gran apasionado de la música es el verdadero Sherlock Holmes: gran violinista, asiduo a los conciertos, a los que arrastra a Watson cada vez que necesita distanciarse de algún caso que no acaba de ver claro, admirador de la soprano Irene Adler, a quien considera más inteligente todavía que él… Es muy melómano.

CH: La novela, describe una realidad como un sainete trágico y desesperante. Es un mundo que no está en manos de "Iluminati" o "Clubs Bilderberg" sino de tertulianos irritados en quienes, paradójicamente, el público, la sociedad, delega la opinión…
PRADERA: El mundo está en manos del dinero, de las empresas que te contratan o dejan de contratarte por las razones más variopintas. Te daré un ejemplo. La directora del diario digital Público, Virginia Pérez Alonso, que preside una plataforma pro libertad de expresión e imparte incluso cursos y charlas sobre este derecho fundamental, recogido en nuestra constitución, se metió sus convicciones por salva sea la parte porque su jefe, Jaume Roures, le ordenó que me represaliara por un artículo que el redactor jefe había revisado y aprobado, pero molestó al empresario. Pues bien, esta infeliz mañana volverá a aparecer en un foro de postureo mediático, en plan Voltaire, diciendo eso de estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.

CH: No es nada amable con una sociedad servil y enamorada de las clases o castas que considera superiores…
PRADERA: Tendemos a pensar que todo lo malo que ocurre en España es culpa de unos cuantos políticos deleznables, pero si lográramos echar a Feijóo o Ayuso de la política, vendrían otros similares o peores. ¿Acaso Feijóo es mejor que Rajoy o Ayuso mejor que Cristina Cifuentes? El problema no es de las personas concretas, es de las instituciones, que en España están putrefactas, desde la Corona al Congreso, pasando por el Defensor del Pueblo o el Consejo General del Poder Judicial. No hay que derogar el Régimen del 78, como dice el podemita emérito, pero sí regenerarlo, cambiando los reglamentos. Por ejemplo: ¿la persona del rey es inviolable? ¡No! Solo es inviolable respecto a los actos refrendados por el gobierno de la nación. Como la condición humana es la que es desde los tiempos de Marco Licinio Craso, y siempre va a haber corruptos y abusones en la política, hay que modificar las instituciones de forma que aquel que quiera robar o prevaricar, no pueda hacerlo por mucho que se lo proponga.

CH: En relación con lo anterior, en su segunda novela aparece la mismísima Ana Botella en busca de su marido para poder tomarse con él una "relaxing cup of coffee" ; por cierto, es una señora “de las de antes” y una holmesiana puntillosa.
PRADERA: Ana Botella estudió en el Colegio de las Irlandesas de Madrid, y como licencia narrativa, se me ocurrió que se podría haber aficionado a leer las aventuras de Sherlock Holmes en versión original, a instancia de las propias madres, y que se conociera el Canon al dedillo.

CH: Y, claro, también aparece su marido, más hierática y altivo que de costumbre.
PRADERA: Aznar se cree el mejor político que ha habido en España desde Cánovas del Castillo, cuando lo cierto es que tan solo es un hombrecillo ridículo, que ha leído poco y mal, ha escuchado poca música, contemplado pocos cuadros y ganado demasiado dinero y de forma demasiado fácil. Es una máquina de provocar vergüenza ajena, y esa vergüenza nos la genera el hecho de que él no advierte la nulidad que es, sino que habla y gesticula todo el tiempo como si estuviese convencido de que es un gran pensador y un prócer de la patria.

CH: Si no estuviese entretenido con sus casos ¿Que opinaría su Holmes de la España de 2023?
PRADERA: Pensaría lo mismo que mi padre, Javier Pradera. Que las guerras civiles dejan terribles secuelas en todos los países que las han padecido (no solo en el nuestro), secuelas que perduran como mínimo cien años, y que en España estamos viviendo los últimos coletazos de nuestra Guerra Civil. Me refiero a que tenemos una derecha que aún no es democrática, sigue todavía pensando que España es suya, porque la ganó en el 39.

CH: ¿Y usted ,que ha vivido tan de cerca el tardo franquismo, la Transición y todo lo que ha venido después, que piensa?
PRADERA: La Transición fue un contrato entre los dos bandos de la Guerra Civil, para evitar seguir matándonos entre nosotros, pero es un contrato que se ha quedado anticuado. Hay que hacer una novación modificativa de muchas cláusulas de ese contrato. Por ejemplo, acabar con los privilegios de la Iglesia e instaurar un estado verdaderamente laico. Eso es mucho más importante ahora que proclamar la IIIª República.

CH: No me puedo creer que no tenga ideada una nueva aventura holmesiana ¿Puede adelantar algo?
PRADERA: Por supuesto. Holmes es contratado por Puigdemont para que recupere unas cartas comprometedoras que le envió a Soraya Sáenz de Santamaría durante lo más crudo del Procés.


Una entrevista de Luis de Luis Otero ( Jabez Wilson)

VOLVER A ENTREVISTAS
Correo
Llamada
Asignación